Zahara Gómez expone “El arte y la transformación social” en Lectio brevis.

Autor
Comunicación Institucional

Fecha

30 de agosto, 2023

Para Zahara Gómez Lucini, fotógrafa documental y coautora del libro ‘Recetario para la memoria’, sus fotografías no tienen el mismo sentido si sólo están sobre una pared a diferencia de si logra insertarlas en un proceso de transformación social.

La artista española naturalizada mexicana fue invitada por nuestra Ibero León a impartir la Lectio Brevis (‘clase corta’) correspondiente al periodo Otoño 2023, tradición centenaria en las universidades que marca el inicio del ciclo académico y que tiene arraigo especial en las universidades jesuitas.

Impartió el tema “Arte y transformación social”, un tema “propio y pertinente en las universidades jesuitas”, manifestó el rector de esta Casa de Estudios, el Mtro. Luis Alfonso González Valencia S.J.

“El arte representa un medio para entrar en diálogo con las culturas para ampliar, y profundizar en la autonomía del individuo y de las comunidades para vislumbrar mundos posibles. Esta lección es pertinente dado el contexto de violencia que vivimos en esta región y en diversos territorios del país, nuestra finalidad como universidad es incidir en la sociedad para transformarla”, expresó el Padre Luis Alfonso al presentar a la ponente.

Zahara ha explorado a través de la fotografía y la escucha el fenómeno de la desaparición forzada, por medio del arte pretende visibilizar aquello de lo que no debemos ser indolentes.

Ha estado cercana a este tema puesto que su papá migró de Argentina a España durante la dictadura militar de los años 70, “yo crecí escuchando mucho de desaparición pero casi como una figura mitológica, muy cerca y muy familiar, pero tambien muy lejana geográficamente. Cuando llego a México, en realidad todo lo que me había contado mi papá y mi familia argentina toma una presencia muy fuerte”, aseguró.

A partir de 2016 comenzó a trabajar junto a equipos de fotografía forense en Argentina, Chile, Colombia y Guatemala con la intención de conocer sobre su oficio y adentrarse a este estilo de fotografía.

En Sinaloa surgió la primera edición del libro ‘Recetario para la memoria’ a partir de su colaboración con el colectivo Rastreadoras del Fuerte, con quienes quiso evolucionar del registro fotográfico al desarrollo de una propuesta provocativa que hiciera uso de aquello con lo que todas y todos tenemos un vínculo: la comida.

“El proyecto quería ser una herramienta que fuese un formato de caballo de Troya en el sentido de que siento que hablar de desaparición forzada no es agradable para nadie, y da mucho miedo y con razón”.

Para la autora, aún existe indiferencia sobre las personas desaparecidas y sus familias que las buscan; se marca distancia sobre la realidad que apremia. “Pareciera que la cocina podría ser un vínculo para reconocerse en el gusto de Sergio o de Juan o de Roberto...”.

Posteriormente, participó en la edición Guanajuato del libro ‘Recetario para la memoria’ coeditado por esta Casa de Estudios, Article 19 Oficina para México y Centroamérica, Open Society, Red de Periodistas de a Pie y Artes Gráficas Panorama, donde participaron 72 mujeres buscadoras integrantes de diez colectivos.

La artista ha presentado su obra en diferentes formatos, pero cuando se trata de activismo, asegura que no hay formatos ni metodologías mejores que otras, lo que importa es la otredad e involucrarse en los movimientos y las causas.

“Hacer una foto para que quede en una pared, para mí no tiene sentido, por mucho que me pueda quedar linda una foto, pero creo que no es suficiente. Urge construir tejido social; en cuanto al tejido social sea más fuerte, más resistencia habrá y menos vulnerables vamos a ser. La metodología no importa. El activismo tiene mil formatos, desde acompañar a las marchas, desde echarle tiempo, hablarlo con la vecina, el vecino, hacerlo propio. El formato colaborativo es lo que da la esperanza, no la autoría propia sin mirar a la otredad; y, más que la esperanza, son herramientas de cambio. Yo lo veo así”.

Finalizó: “Estoy convencida de que cada quien desde su quehacer puede apoyar y aportar (...) No hace falta tener un diplomado o ser especialista en derechos humanos ni en abogacía, es una cosa mucho más sencilla que es reconocerse en el otro y la otra. Y, si el otro y la otra no están en un lugar que nos parezca justo, creo que tenemos herramientas para cambiarlo”.